Goza la población que a finales del siglo XVIII, fue un importante centro comercial, industrial y agrícola, como paso obligado en el traslado de la plata; en esa época se construyeron la mayoría de sus edificios civiles y religiosos en estilo ecléctico conformado por el barroco y los “neos”, neoclásico y neogótico, siendo la Parroquia de San Miguel Arcángel el mejor ejemplo de ello.
La traza urbana es reticular con algunas sinuosidades por la topografía del terreno, con 68 manzanas, numerosas iglesias católicas, grandes casonas, muchas de ellas convertidas en exclusivas galerías, boutiques que ofertan artesanías de vidrio soplado, hierro forjado, tallado en madera, papel maché, latón y lana, restaurantes con cartas de diversa gastronomía del mundo y la propia como enchiladas mineras, fiambre de San Miguel de Allende, pacholas y tumbagones, así como hoteles para todos los gustos.