En el punto de encuentro del Acueducto y la Calle Real, hoy avenida Francisco I. Madero, se encuentra la fuente más famosa de la ciudad de Morelia: la Fuente de las Tarascas. Una escultura de bronce que data de 1984, y representa tres mujeres purépechas con el torso descubierto, cargando una gran batea llena de frutos, se especula que hace referencia a las princesas indígenas Atzimba, Eréndira y Tzetzangari.
En 1931, el presidente municipal de Morelia, el Mayor Rafael Miguel Pedrajo, mandó construir la primera Fuente de las Tarascas, obra del artista plástico Antonio Silva Díaz y el escultor Benigno Lara. La escultura era de cemento y varillas de fierro, adornada de diversos colores, colocada sobre una fuente decorada con caracoles como representación del hombre (en jeroglíficos nativos) que declaraban su naturaleza artesanal. Esta fuente permaneció en el lugar durante 34 años.
Recién colocada la fuente carecía de nombre, y la gente le comenzó a llamar la Fuente de las Indias; después tomó el nombre de “Fuente de las Tarascas” por ser, el estado de Michoacán, el territorio purépecha por excelencia, y según Fray Bernardino de Sahagún se le daba el nombre de Tarasco al pueblo Purépecha.
En un principio no fue de mucho agrado para los morelianos la imagen de tres mujeres semidesnudas, pero poco a poco fue formando parte de la ciudad y de la gente. A principios del año de 1967 el monumento fue retirado de su lugar, trasladándola al almacén de Obras Públicas del Estado y al año siguiente, la llevaron al entonces Recinto Ferial de la ciudad, ubicado en la salida a Salamanca.
La actual Fuente de las Tarascas es obra del escultor José Luis Padilla Retana y se colocaron en su lugar el 18 de mayo de 1984, según la placa alusiva al hecho en el basamento de la escultura.
Como dato curioso, la antigua escultura de Las Tarascas se encuentra en el actual Recinto Ferial ubicado en la salida a Charo.