Al inmenso número de platillos originarios de esa región, en los que es evidente el arte gastronómico de los pueblos del México antiguo, se agrega la imaginería de la comida surgida durante la época virreinal. Nace así la mesa poblana, expresada en la tradición y las costumbres de la ciudad de Puebla de los Ángeles, donde no pueden faltar los objetos de madera y de barro, así como las elegantes vajillas de Talavera.
Dentro de la amplia gastronomía poblana, se encuentran los sabores inigualables de: chalupas, pellizcadas, esquites, peneques, picadas quesadillas, tamales, tacos, tlacoyos, tostadas, chilaquiles, memelas, mole de olla, chilemole, budín de elote con rajas, enchiladas, ponteduros, pozole, elotes asados o cocidos, atoles, frituras y hojuelas, todos ellos elaborados teniendo como base el maíz. A todo esto, podemos agregar los chiles rellenos capones, los chiles en nogada, el mole de convento, el mancha mantel, el pipián, el cuitlacoche, el rompope, las lágrimas de obispo, las pastas de almendra, las tortitas de Santa Clara y los famosos camotes poblanos.