Fue el primero de los accesos construidos y el primero también en ser demolido a finales del siglo XIX. Durante dos siglos fue la entrada y salida para aquellos que utilizaban el único medio de comunicación en aquel entonces: la navegación. Carecía de foso y revellín, delante tenía una estacada de jabín. En los años de 1800 se le anexaron dos crujías y un portal que sirvió para alojar a los centinelas que la custodiaban similar al cuerpo de guardia existente en el polvorín. En 1957 fue reconstruida, pero fue hasta 1997 cuando se unió nuevamente por un lienzo de muralla al baluarte de la soledad.