Cuando el obispo de Michoacán encargó en el siglo XVII la construcción de este bello edificio de líneas barrocas y neoclásicas para que sirviera como sede de la Casa Episcopal, no imaginó que su magnificencia daría al traste con sus planes. La comunidad empezó a cuestionar tanto lujo cristiano en una ciudad con deficientes servicios de salud y el palacio fue cedido a los monjes juaninos, quienes lo convirtieron en hospital. Curiosamente, un año después de ver nacer la primera escuela de Medicina de Michoacán, en 1866 el palacio fue convertido en hotel, con el nombre de Los Juaninos en honor de los monjes.